Puertas de embarque para salir de la crisis desde Asturies
«Never was so much owed by so many to so few»… “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Cuando Winston Churchill pronunció esta famosa frase, el 20 de agosto de 1940, pensaba en la heroica defensa aérea frente a los bombardeos de la Luftwaffe. No podía imaginar que más de 70 años después sería una descripción literal de la economía europea. La deuda pública se ha concentrado en las manos de unos pocos. Ahora, esos pocos, bombardean la soberanía de los países especulando con su deuda…
¿Por qué hablar del Brexit en plena campaña electoral en Asturies? Hay una primera respuesta evidente: tres días separan el referéndum británico de las elecciones que pueden cambiar Asturies y España. No es la primera vez que, en un momento crítico, miramos al norte del canal de la Mancha. 208 años nos separan de aquel 25 de mayo de 1808, en el que miles de asturianos y asturianas se alzaron, tras comprobar que la Junta General había claudicado ante el invasor. Tres días después enviaban emisarios a Inglaterra en busca de alianzas.
Nuestra tierra conoce bien el impacto que tienen los acontecimientos más allá de nuestras fronteras. Estamos acostumbradas a tener noticias de la emigración… pero también a latir con las propuestas de cambio que vienen de fuera. En los 80’, nos miramos con orgullo en el espejo de las huelgas mineras en Gran Bretaña y vivimos con angustia una derrota que sabíamos que también era la nuestra.
También somos conscientes de que cada vez que un George Soros habla de las posibles consecuencias del Brexit, tiemblan las economías vulnerables como la nuestra. Gente como Soros, que ganó 1000 millones especulando con la libra esterlina en 1992, ahora especula con el futuro de los pueblos.
La deuda asturiana se ha duplicado en los últimos 6 años, sin que los servicios públicos hayan mejorado. Cada persona tiene el equivalente a una deuda de casi 4000 €, cuando en 2008 era de unos 750 €. 1 de cada 4 euros se debe a entidades que han sido rescatadas con nuestros ahorros, como Liberbank. Esa deuda creciente no ha sido utilizada como herramienta de reactivación económica, sino como flotador de quienes nunca han vivido con el agua al cuello. Manuel Menéndez hoy desayunó sabiendo que ganaría más de 1200 € en un sólo día.
Pero hay una razón más profunda para tener este debate. Las personas cambian de país empujados por las condiciones materiales -por el hambre, la precariedad o la guerra- pero también por la necesidad de nuevos horizontes. Siempre la cabeza va por delante de los pies. Para emigrar hace falta tener un sueño de mejora, sea del tipo que sea.
Hasta ahora, muchas personas votaban con los pies, emigran. 17 personas abandonan diariamente nuestra tierra desde 2009, mientras la clase bussines sigue volando con la clase política asturiana, no para buscar negocios sino para hacer turismo.
Pero ahora son los países los que se preguntan también dónde y con quien viajar. Escocia se preguntó si quería formar parte del Reino Unido, y el Reino Unido se pregunta si quiere permanecer en la Unión Europea. Las consultas, los referéndum -como la emigración- son el síntoma de que ni los pueblos ni las personas aceptan ya sin rechistar el lugar en el mundo que se les habían asignado con la globalización, que no era otra cosa que la economía planificada por los especuladores de mercado.
Cada vez capas más amplias de la sociedad se sienten expulsadas de las promesas de una UE que nunca existió. Una de cada tres personas en Asturies no puede irse de vacaciones ni una semana al año, así de nadie se acuerda ya de lo importante que era no tener que cambiar de moneda al viajar.
Los ataques a las monedas nacionales -como los de Soros- sirvieron como justificación teórica de la moneda única, algo que nunca fue una promesa europea, quizás por eso fue lo único que se cumplió. 20 años después, nos encontramos con una Europa que deja tiradas a las personas en sus fronteras y países que se preguntan si merece la pena seguir del otro lado de la valla.
Del Reino Unido, nuestra generación tiene el recuerdo vivo del ataque frontal a los derechos colectivos, de Thatcher cerrando minas sin despeinarse… Pero antes habíamos escuchado hablar de gobiernos que limitaban los desmanes del mercado. Keynes sólo pensó en un Estado bombero, que no es poco cuando lo comparamos con los pirómanos de las finanzas. Pero era insuficiente. Por eso, en 1942, en plena segunda guerra mundial, el Gobierno del Reino Unido publicó el Plan Beveridge, que dio lugar a la creación del primer sistema unificado de seguridad social. Y no podía haber sido más que en esas circunstancias excepcionales para que hasta los más fundamentalistas del mercado, como Churchill, aceptasen una economía ordenada por las necesidades de un pueblo soberano.
Y una pregunta llevó a la otra. Si coordinar los esfuerzos había permitido ganar una guerra, ¿por qué no hacerlo para ganar la paz, para reconstruir un país? Es lo bueno de preguntar, es lo bueno de consultar a la gente.
En seis días decidimos si queremos vivir en una Asturies donde disfruten del Té y las pastas unos pocos, o si queremos reconstruir las bases de nuestra economía, impulsar un nuevo modelo productivo, favorecer que vuelvan todos los nuestros, hacer andar nuestra tierra en lugar de que escape nuestra gente… y, sobre todo, que nunca tan pocos vuelvan a disfrutar de tanto a costa de tanta gente.
Lorena Gil. Diputada de Podemos Asturies
(Intervención en el acto: Brexit. Desafíos desde Asturies. Xixón 20 de Junio)