Discurso de Emilio León en la sesión institucional con motivo del Día de Asturias 2017

No puedo comenzar de otro modo que lamentando la muerte de un trabajador de la construcción hoy mismo en Xixón. 300 personas han muerto en accidente laboral durante el primer semestre del año en España y Asturies sigue por encima de la media en accidentes laborales.

Hoy quizás sea el único día en este Parlamento en el que gobierne por mayoría absoluta el rostro amable, la sonrisa que no entiende de etiquetas, la que no se queda a medias porque abarca la boca entera, desde el lado izquierdo hasta la comisura derecha.

Creo que toda situación que nos haga sentir al inicio de un nuevo curso nos lleva a una sonrisa, a cierta distensión, independientemente de cuán difíciles sean las circunstancias. Un tercio de los hogares asturianos no pueden hablar de volver de las vacaciones porque ni siquiera han podido irse una semana de viaje y, sin embargo, no dejaron de sonreír al ciento por ciento cuando llevaron a sus hijos el primer día de colegio.

No hay forma de evitar el rostro amable cuando nos asaltan los buenos recuerdos. A mi me encantaba, no sé si a ustedes también les pasaba, estrenar cuadernos. No sólo por el olor de la papelería sin estrenar o el tacto de las hojas aún sin doblar; me gustaba estrenar libreta para escribir en la primera página en blanco.

Eso sí, cuando somos pequeños es fácil caer en la frustración. Basta una mancha de boli, un borrón de rotring o los restos de goma para truncar la ilusión de que estamos ante un nuevo comienzo.

Con el tiempo aprendí que no hay que pararse en el primer tachón, como no tiene que detenernos la primera dificultad o desencuentro. Hay que mantener las expectativas altas. Lo que me llevó más tiempo fue entender que no servía de nada arrancar las páginas para fingir empezar de nuevo. Dando clases cambiamos nuestra idea del tiempo. Cada año ves progresar a tus alumnos, pero cuando acaba el curso todo empieza, aparentemente, de nuevo. Estas y otras lecciones construyen comunidad. Sabiendo que no todo es lineal, que el tiempo es nuestro y que no podemos exigirnos todo el rato empezar de cero aportamos serenidad, amplitud de miras y afecto.

Por eso, hoy las maestros y las maestras, además de preparar sus clases, se movilizan cada nuevo curso, sin olvidar el anterior pero sin dejar de intentarlo de nuevo… Las familias organizan bancos de libros y libretas, reutilizando el material del año pasado y disfrutando de estrenarlo, porque para estrenar no hace falta que todo sea nuevo.

En este parlamento es verdad que no suele durar el rostro amable, a pesar de que tenemos edad de sobra para saber que no hay que detenerse al primer desencuentro, como no lo hacen las familias asturianas a la primera dificultad. Tenemos edad de sobra para saber que Asturies no es ningún cuaderno en blanco.

Nos quedan muchas páginas por escribir. Muchas de ellas las dictaremos en nuestra vida cotidiana y otras muchas las redactaremos en esta cámara donde debemos pensar en miles de vidas cotidianas.

Hay 37.000 personas desempleadas en Asturies que no reciben ninguna prestación que, por más desesperada que sea su situación, saben que no vale cualquier empleo para superarla. Ocho contratos en una semana puede parecer un caso anecdótico a quienes renuevan contrato cada cuatro años en esta cámara, pero no hay goma que lo borre cuando los servicios públicos nos dicen que uno de cada cuatro contratos firmados en julio tuvo una duración inferior a la semana.

No es gente que pierda la sonrisa de lado a lado con facilidad, y no sólo porque sea la única forma de afrontar una entrevista de trabajo. Pero, claro está, les resulta descorazonador ver una media sonrisa -de esas que se quedan a izquierda o a derecha- acompañando unas declaraciones amables acerca de políticos profesionales que se abren camino en el mundo empresarial sin más méritos que sus agendas de contactos.

Miles de personas esperan leyes que favorezcan la creación de empleo y garanticen su calidad. De poco sirve la ventanilla única para denunciar la discriminación laboral o lamentarse por la brecha salarial -que se dispara al llegar a la edad de jubilación- si las empresas que reciben subvenciones por la contratación de mujeres pueden ponerlas en la calle impunemente sin perder el trato amable de la administración. Las despedidas de Modultec se han encontrado con que lo único que pueden hacer para no perder la sonrisa -y la pensión- es protestar, como toda la vida se hizo. Pero el empleo, claro está, no es el único reto. La mejora de los servicios públicos es el paso siguiente a la recuperación de recursos despilfarrados. Y es un paso imprescindible para la reactivación de la actividad económica sostenible y mejorar nuestra calidad de vida, que debería ser el fin último de nuestras políticas.

Desgraciadamente no faltan titulares que atestiguan que unos pocos no entienden así el servicio público. Son una minoría, cierto, pero cuentan con el favor de mecanismos estructurales. El problema no son esos 15 millones -como mínimo- que no se traducirán en cuadernos escolares a resultas del Caso Marea. El drama es que sirven como excusa -en aras de evitar más despilfarros- para aplicar recortes en educación por valor de 33 millones en la última década.

Quizás el peor de esos mecanismos sea el de la “renuncia anónima”, que ejercen aquellos que, parapetados en las instituciones, no asumen sus responsabilidades, los mismos que sólo tienen nombre propio cuando pueden colgarse medallas.

Afortunadamente en Asturies abundan ejemplos de personas que, al contrario, renuncian a todo protagonismo pero cuando hacen bien las cosas y ponen la cara cuando vienen mal dadas.

La medalla de oro de este año merece una reflexión acerca del papel del mecenazgo. Muchas personas miran a los mecenas cuando les cuesta mirar a los políticos y a sus políticas. Es normal abrir los brazos a donaciones caídas del cielo basadas en fortunas acumuladas en la tierra. Quizás no lo sabían quienes la concedieron, pero cientos de cajeras de supermercado y dependientes que trabajaron para Plácido Arango encontrarán, sin duda, en esta medalla un gesto de reconocimiento a su contribución a la fortuna del premiado. Muchas personas dejan de mirar a los mecenas cuando entienden que son ellas las que crean la riqueza.

Las medallas de plata nos enseñan otras lecciones que valen la pena. La Unidad Canina de Rescate llevan treinta años demostrando que podemos dejarnos guiar por perros en operaciones de salvamento. Si un cánido puede tener claro a quien debe salvar en una situación de riesgo, ¿por qué los gobernantes no rescataron a las personas que a las entidades que nos llevaron al desastre?

El reconocimiento a la labor de personas como Mario García Sánchez, nos ayuda a ver el camino avanzado y lo que queda por caminar. La Asociación de Maestros Capacitados renunciaría a cualquier medalla con tal de que la Consejería de Educación respetase las sentencias judiciales e hiciese que la diversidad funcional tenga el lugar que se merece. ¿Cómo es posible que hayamos aprendido a respetar las plazas reservadas en los aparcamientos, estén o no ocupadas, y le cueste tanto a la administración reconocer que los docentes con diversidad funcional no son ninguna cuota sino una necesidad?

«Señorías, nosotras y nosotros lo tenemos claro. Quizás el esfuerzo nos prive, de cuando en cuando, del rostro amable, pero vamos a seguir trabajando para que Asturies pueda declararse independiente de corruptos y sinvergüenzas, y para hacer de la democracia la frontera que deje fuera a la impunidad y a la indecencia.»

La red de profesionales y centros de Atención Primaria del Servicio de Salud del Principado (Sespa), más allá de los cuidados que nos proporcionan cumplen una función simbólica, que nos cohesiona más que cualquier bandera. Por eso quienes no creen en ninguna patria comienzan por privatizar la salud pública mientras nos despistan con una pulsera, sea del color que sea. Por eso, miles de profesionales desesperan cuando se les recortan el tiempo de atención a los ciudadanos para perderlo atendiendo las cargas burocráticas. Desesperan al ver disminuir las plantillas y crecer las listas de espera, porque ven peligrar las vidas de las personas y les preocupan mucho más que la vida de las fronteras.

Comenzamos un nuevo curso y lo hacemos con un homenaje a nuestra gente y a nuestra tierra. ¿Qué estamos dispuestas hacer? Unos se han ofrecido a repetir mantras propios de monjes budistas, quizás porque dejaron de creer en la política o no les fue bien en su propia secta. Otros corren a arrancar páginas enteras de su pasado más reciente, para aspirar a seguir gobernando de la misma manera. Y los reservas de toda la vida seguirán en el banquillo clamando porque se haga borrón y cuenta bancaria nueva.

Señorías, nosotras y nosotros lo tenemos claro. Quizás el esfuerzo nos prive, de cuando en cuando, del rostro amable, pero vamos a seguir trabajando para que Asturies pueda declararse independiente de corruptos y sinvergüenzas, y para hacer de la democracia la frontera que deje fuera a la impunidad y a la indecencia.